No hace falta vivir cerca de una central nuclear o que pase alguna catástrofe como la de Fukushima en Japón para estar expuestos a radioactividad nociva para la salud. Los campos electromagnéticos y la radioactividad están más cerca de lo que parece: en el ambiente, en los hogares y en los centros de trabajo. Y a la larga los malos hábitos pueden tener efectos negativos sobre la salud. Aunque no lo parezca, dormir cerca de aparatos eléctricos o trabajar rodeados de tecnología o ciertos materiales puede afectarnos.
Todo esto lo saben bien en la Fundación para la Salud Geoambiental, que celebra desde hoy un curso en el municipio granadino de Caparacena para explicar esta realidad. A lo largo del día, hay cientos de elementos con campos magnéticos y radioactividad ambiental. «Solemos estar pendientes de lo que se ve como antenas de móvil, líneas eléctricas o transformadores situados en entornos urbanos pero hay muchas cosas más», explica el vicepresidente de la Fundación, Fernando Pérez