Las radiaciones
Nuestra salud está condicionada por factores genéticos y por nuestra alimentación, pero también por el lugar donde desarrollamos nuestra vida. Todos los seres vivos estamos en continua interacción con nuestro entorno. De él obtenemos la energía que permite el funcionamiento de nuestros procesos vitales.
Nuestros procesos vitales, además de bioquímicos, son electromagnéticos. Nuestro organismo funciona a base de impulsos eléctricos y magnéticos, dos conceptos intrínsecamente unidos, ya que toda corriente eléctrica produce un campo magnético. De la actividad eléctrica de nuestros órganos dan cuenta diversas pruebas médicas, como el electrocardiograma, el electroencefalograma, etc. Nuestros músculos se contraen por impulsos eléctricos.
También el entorno en que vivimos es de naturaleza electromagnética. Vivimos sumidos en un océano de ondas y radiaciones. Algunas son de origen natural, como las que proceden del fondo del cosmos o de las variaciones del campo magnético terrestre. Otras son de origen artificial, generadas por los avances tecnológicos de la humanidad.
No las vemos ni las sentimos, pero están ahí. Son fenómenos físicos y, como tales, se pueden detectar y medir. Todas esas radiaciones interactúan con nuestros propios impulsos bioelectromagnéticos y, en algunos casos, incluso interfieren.