¿Es seguro el uso de tablets o smartphones por niños?
¿Conoces los riesgos del uso de las nuevas tecnologías?
Las nuevas tecnologías han tenido un desarrollo exponencial en los últimos años. Hoy es raro encontrar a alguien que no lleve un smartphone y una gran parte de la población utiliza tablets en su vida diaria. Estas tecnologías se han convertido en un elemento más del hogar, otro electrodoméstico que usamos de forma habitual para múltiples tareas. Hasta tal punto están ya arraigadas en nuestra vida cotidiana que el propio nombre de “nuevas tecnologías” ha quedado totalmente obsoleto.
Nuestros conocimientos sobre los posibles riesgos del uso de estas tecnologías son más bien escasos, por no decir nulos. Una de las razones de este desconocimiento es que la industria no está obligada a comunicar dichos riesgos potenciales. Es lo que ocurrió con el tabaco durante 50 años, por ejemplo.
Otra de las razones para que se produzca este desconocimiento es el marketing, esa poderosa herramienta que nos hace autoengañarnos y soñar con la felicidad que nos dará el producto que nos presentan. Debemos tener muy claro que la publicidad no es una información objetiva y real, es solo publicidad.
Cuando dices a alguien, normalmente de tu círculo cercano de familiares o amigos, que usar una tablet o un smartphone puede conllevar algún riesgo, pasas a formar parte del grupo de bichos raros/frikis, porque nadie quiere creer que sea verdad que haya un riesgo.
A veces en la calle vemos situaciones que nos llaman poderosamente la atención y no nos atrevemos a intervenir por miedo a la reacción que se puede producir. Una de estas situaciones es cuando vemos a unos padres enchufarle la tablet o smartphone al niño para que se calle y deje de molestar. Los niños, sobre todo los pequeños… bueno, todos, grandes y pequeños, son poderosamente atraídos por una pantalla con luces, colores y sonidos llamativos. A veces con la visión de dibujitos, otras con juegos que les recompensan de forma motivadora. En edades más cercanas a la adolescencia, el atractivo radica en la conexión con amigos y amigas y las recompensas en forma de likes o seguidores, y demás formas que existen de reconocimiento tecnosocial. Esta es una nueva droga de la que conviene moderar el consumo, y eso es responsabilidad de los padres.
Pues bien, es preciso conocer los riesgos a los que podemos exponer a nuestros hijos cuando les damos acceso a estas tecnologías así, sin más y de forma ilimitada. Algunas informaciones apuntan a que el uso de las nuevas tecnologías ayuda a su desarrollo. Eso es cierto en parte. Los beneficios se dan solo en condiciones concretas: cuando los contenidos a los que accede el niño estén bien estructurados; cuando el niño tenga la madurez adecuada para comprender los contenidos; cuando el tiempo de uso es racional y, por tanto, limitado; cuando hay una supervisión de un adulto, sobre todo en el caso de niños pequeños… Todas estas condiciones normalmente no se dan y es, por tanto, difícil establecer los beneficios.
A pesar de que estos dispositivos tienen muy poco tiempo de historia –el tablet iPad se presentó en 2010, hace solo 7 años– ya comienza a haber datos sobre efectos negativos en niños debidos a su uso indiscriminado.
El embarazo, una etapa crucial:
Los efectos de las nuevas tecnologías inalámbricas empiezan mucho antes del nacimiento. Existen estudios, realizados con ratas, que avisan sobre daños en el ADN en la línea germinal masculina, en humanos se ha constatado disminución en la motilidad del semen. Otros estudios indican trastornos durante la gestación del feto expuesto a radiaciones electromagnéticas, trastornos en el desarrollo neurológico y problemas de comportamiento en el desarrollo del niño.
Daños a nivel ocular:
Otros de los posibles riesgo que se barajan, y que puede afectar especialmente a los niños por la tendencia que tienen a acercarse los dispositivos a la cara, son los daños en el epitelio pigmentario de la retina producidos por la exposición a la luz azul que emiten los dispositivos. Estos posibles efectos no se verían reflejados en la población hasta que los niños de hoy tengan 50 años o más. En ese momento se podrá percibir un aumento en los casos de degeneración macular prematura pero, como en el caso del tabaco, el daño ya estará hecho. En la actualidad algunos fabricantes, conscientes de este efecto perjudicial, están sacando al mercado dispositivos con bajo índice de radiación azul. Es el caso de Asus o Ben Q, que disponen es su gama de monitores modelos con baja emisión de luz azul. Así mismo Comité Científico de salud y Riesgos Ambientales Emergentes (SCHEER) de la Unión Europea ha iniciado una serie de investigaciones al respecto, aunque ya se sabe que las cosas de palacio van despacio. En sus conclusiones preliminares dicen “Los niños tienen una mayor sensibilidad a la luz azul y aunque las emisiones pueden no ser dañinas, los LED azules (entre 400 nm y 500 nm) pueden ser muy deslumbrantes y pueden inducir retinopatía fotoquímica, lo cual es una preocupación especialmente para niños menores de tres años de edad”.
Sedentarismo y obesidad:
Estas nuevas tecnologías han aportado un nuevo nivel de sedentarismo que parece que propicia la epidemia de obesidad infantil que se está produciendo en los países desarrollados. Lógicamente la mala alimentación es el factor de mayor incidencia en este problema, pero la falta de actividad física es un factor añadido fundamental. Es evidente que los niños que juegan con la tablet realizan mucho menos ejercicio que si jugaran al escondite o al pilla-pilla, o dedicaran su tiempo libre a montar en bici.
Alteraciones del sueño:
Otro de los efectos de la luz que emiten los dispositivos como smartphones, tablets, ordenadores o televisores es la reducción de la síntesis de la melatonina, que es la hormona responsable del sueño. A nivel general existen muchos estudios que relacionan la exposición a la luz azul de pantallas, incluidas las de televisión, con alteraciones del sueño y del ciclo circadiano. Incluso la NASA ha empleado estos estudios para diseñar la iluminación de la Estación Espacial Internacional, con áreas que activan la atención, con niveles altos de luz azul, y áreas de baja emisión de luz azul que facilitan el descanso.
En niños, se ha detectado que el uso de pantallas produce una reducción del sueño y un retraso en el inicio del mismo. Si tenemos en cuenta que el sueño en los niños es fundamental para su correcto desarrollo y crecimiento, podemos darnos cuenta cabal de la importancia de este problema.
Otros problemas:
Recientemente la Academia Canadiense de Pediatría junto a la Americana han presentado, en la Reunión de Sociedades Académicas Pediátricas 2017, un estudio que demuestra una asociación entre el tiempo de uso de tablets o smartphones y el retraso en el desarrollo del lenguaje. Tanto los investigadores del estudio como la propia Academia Americana de Pediatría coinciden en no recomendar el uso de estos equipos en menores de 18 meses.
Otros estudios realizados en el Reino Unido apuntan en la misma dirección. El uso de pantallas táctiles influye negativamente en la calidad y cantidad de sueño.
Según un estudio publicado por la revista científica Pediatrics, el níquel con el que se construyen algunos dispositivos electrónicos, concretamente algunos smartphones y tablets, podría causar alergias dermatológicas. Según ese estudio, el número de niños alérgicos a este metal ha pasado del 17% al 25% en los últimos años.
También se comienza a hablar de nomofobia, que es el miedo irracional a no poder disponer del móvil. Este problema, que también se da en adultos, es especialmente importante en adolescentes, pues puede suponer un grave problema en sus relaciones sociales, atención y concentración en los estudios, ansiedad y estrés, llegando a convertirse en una patología con necesidades terapéuticas.
Otro riesgo, que como padres debemos valorar, es que puedan acceder a contenidos no apropiados para su edad como escenas de crueldad extrema o pornografía. El acoso en redes sociales que es otro riesgo habitual.
A todo esto habría que añadir los riesgos de la exposición a radiaciones electromagnéticas y sus posibles efectos biológicos, que aún están en discusión entre la comunidad científica y que constituyen una lista muy larga de potenciales problemas de salud en el futuro.
A estas alturas todavía habrá muchos que opinarán que todo esto son cosas de frikis.