Nuestro entorno nos somete constantemente a un sinnúmero de agentes en dosis muy bajas de forma que su efecto es imperceptible para nuestros sentidos pero que tienen un efecto acumulativo y a la larga dañan nuestra salud. Es lo que denominamos contaminación invisible que no es ni más ni menos que la contaminación geoambiental.
Estamos rodeados de tóxicos ambientales, contaminación electromagnética, procedente de las emisiones de telefonía móvil y de la electrificación de nuestros hogares y ciudades. Esta contaminación si bien cumple los límites establecidos por las autoridades no por ello deja de ocasionarnos un efecto en el organismo y a la larga puede acarrearnos problemas de salud. Por otra parte, el lugar donde descansamos puede estar afectado por radiaciones naturales, originadas por la geofísica del lugar, variaciones del campo eléctrico o magnético terrestre, el gas radón, los efectos producidos por las aguas subterráneas o las conocidas redes naturales Hartmann o Curry, son agentes naturales pueden tener un efecto negativo en nuestra salud.
Todos estos factores son imperceptibles a nuestros sentidos pero nuestro organismo, a largo plazo, acusa sus efectos siendo estos desde pequeñas molestias hasta enfermedades degenerativas graves.
El Instituto para la salud geoambiental aboga por un desarrollo sostenible que contemple todos estos factores para que ninguna persona enferme debido a la influencia del medio ambiente donde desarrolla su vida. De esta forma las personas podrán vivir más tiempo en mejor estado de salud.